
Freud
En esta obra Freud apunta ya a la jouissance, al goce no subsumible en la cultura. La pulsión se dirige al semblante de la cultura en un esfuerzo por sublimarse; pero este señuelo placentero cae revelando la verdadera naturaleza de la pulsión como pulsión de muerte, ergo su destino no es otro que el goce imposible y, por tanto, un paradójico placer en el displacer, cierto malestar.
